Los sonidos de la noche

Este paisaje por sí sólo lo tiene todo.

Acompañándose del mar, la luna y estrellas, a veces arropadas por las nubes. Digno de una foto, de un cuadro, de un sueño.

Más allí no se percibiría la suave brisa fresca en rostro o se notaría que no estamos solos. A lo lejos se colaba el ruido de la música y el festejo, expresando alegría y celebración o quizá aturdiendo el resto de los sonidos que acompañan esta noche.

Poniendo atención, el ruido de una lancha navegando, se lograba entender. Mucho más allá de eso, la playa y sus olas se hacían entender. Incluso el sonido de un avión, se dejaba colar. Comprendiendo que por más silenciosa que sea nuestra noche, por más solitario que sea el paisaje, los sonidos no dejan de anunciar lo que está presente y aun no se ve.

Abrir los sentidos, tenerlos alerta, percibir y ser percibido. Es maravilloso darse cuenta de que aquí podemos oírlo todo y la vez nada, que en la distracción por un sonido, dejamos escapar otro y a la vez podemos escucharlos en conjunto.

Esta noche, no dejará de tener su propio sonido.